
Muchas gracias por su voto querido contribuyente
La democracia de muchos países descansa esencialmente en la corrupción. España no es una excepción, la misma corrupción que existía en el tardofranquismo cuyos protagonistas aprovecharon la senectud del Caudillo para mangonear una transición con la que disimularían sus ansias de seguir medrando en el poder. Poder que ha sido heredado por sus retoños perfectamente colocados tanto en el gobierno como en la oposición.
Siempre he dicho que desde el momento en el que si alguien se encuentra en el límite de un plano en el que si te desplazas dos centímetros todo se convierte en oro, es inevitable que la corrupción política esté generalizada. Por eso no dejaré de luchar porque el Estado se reduzca al mínimo, lo cual será el primer paso para acabar con la corrupción. Y cuando hablo de primer paso, me refiero a que el objetivo final será acabar con el Estado tal como hoy en día se concibe (Islandia ya lo ha hecho).
Existen miles de casos de corrupción conocidos o que pasan desapercibidos; y seguirán surgiendo muchos más hasta que una mano de hierro regenere drásticamente el sistema. Mientras tanto, sigue incrementándose el hartazgo de la ciudadanía decente y honrada ante la corrupción generalizada y el enriquecimiento monetario de los socialistas de derechas y de izquierdas con la complacencia de sus paniaguados subsidiados o subvencionados.
Recordemos la secuencia de un típico ejemplo de corrupción española que se ha dado y seguirá acaeciendo en cualquier ayuntamiento, diputación o comunidad autónoma de este país:
«¿Tanto comimos?», pregunta el alcalde sorprendido por el importe, que ascendía a una cantidad considerable. Su subordinado trata de recordar los comensales: «Estuvimos… Vamos a ver, Miguel uno, eh… Jesús dos, Pepe tres, Eduardo cuatro, tú cinco, yo seis, Juan siete, Alicia ocho, su novio nueve, Pepe diez, Antonio once, doce».
«No pongas de qué es», dice el alcalde.»Cuánto salimos cada uno», «Sale bien, está bien,…” «lo más gordo es… el Rioja, ocho botellas”. El senador y alcalde socialista reacciona: «No pongas de qué es».»Pues ya lo ha puesto”. “Lo que vaya hacer que se la vaya a devolver, y que me haga una… ponga inauguración… inauguración biblioteca»
También en otras grabaciones realizadas por la Guardia Civil, se ve la preocupación de estos parásitos por no utilizar nunca su dinero, aunque fuera sólo de adelanto para los clubes de alterne:
“Te estoy diciendo que, hombre, no te adelante mucho, que te adelante, ohhh, unos 1.000 euros, con 1.000 tenemos para mañana, debemos de tener, y lo que hacemos es que yo voy a intentar que nos paguen esta semana para tener para semana siguiente, que de todas maneras de lo que se trata es de ir un día; otra vez va a pasar igual: vamos a llegar mañana, vamos a estar tensos y cuanto te calientes tú, que te calentarás…”.
El alcalde socialista concluye diciendo que «a mi me da cosa gastarme dinero mío…en estas cosas” (se refiere a pagar de su bolsillo las putas de un lujoso club de alterne, es decir, con el dinero público no le da tanto asco).
Por su parte, un tal Juan llamó a media tarde a una persona identificada como José para enterarse de “cómo está por ahí (en el club de alterne) el ambiente” y de si había “buenas tías”. Se presenta como Juan el de Córdoba, y como su interlocutor no termina de identificarlo, el funcionario le recuerda: “Cojones, de allí de Milady, ¿no me conoces, cojones? Con la de veces que nos hemos bebido copas”. (se refiere al lujoso club de alterne Milady Palace, en la carretera de Puerto Banús, uno de los clubes de prostitución más exclusivos de la Costa del Sol). Una vez lo identifica José, Juan le pregunta si está “una brasileña, una alta que estaba, que está muy buena”. La respuesta es negativa. El funcionario le anuncia, no obstante, que van para allá. (Después de que el alcalde le recrimine que informe a su mujer de un viaje a Portugal) Lo único que le he dicho es que, si nos sale bien, pues vamos a tener un beneficio. Nada más que eso le dije”. El alcalde contesta:”¡Esas cosas no se hablan con la mujer!”.
Hay que desenmascarar a estos malnacidos y su forma de desviar pasta del contribuyente no sólo a partidos políticos, patronales o sindicatos, todos de carácter mafioso; sino al propio bolsillo de una cantidad ingente de sinvergüenzas que con la excusa de que el dinero público no es de nadie se lo apropian sin el menor escrúpulo.
Estoy hasta los cojones de observar como, por culpa de cierta ciudadanía aborregada que se deja pisotear, la casta política manirrota nos contemplan a todos como unos imbéciles que les facilitan la vida; pagadores imprescindibles para que circule la suntuosa locomotora en la que van subidos.
Los políticos de todo pelaje y color roban a la ciudadanía, además de la cartera, el verdadero protagonismo de la vida política. Esos desvergonzados manirrotos han prostituido la relación entre los servidores públicos y aquellos a quienes están llamados a servir.
http://lodicecincinato.blogspot.com
no crea en los políticos son unos usureros que nos roban, al tiempo que nos dan la mano.
Fuente: el blog de FORNER
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