Cada vez se hace más evidente y vergonzoso que el secuestro y posterior show-ritual cabalístico masón de los 33 mineros chilenos, ha sido un plan urdido por LOS AMOS del mundo para aborregar aún más a la población mundial por medio de sus esbirros medios de comunicación masivos unidos a sus oscuros rituales numerológicos.
Esta noticia enviada por «Estrella» hace aún más irrefutable la evidencia, si cabe, del CIRCO-SECUESTRO Illuminati de los 33.
¿Cuánto tiempo más vamos a permitir se sigan burlando de nosotros de esta manera?
NOTA: este artículo se publica desde el máximo respeto a los mineros y a sus familias los cuales han sido víctimas de todo este montaje.
DESPERTARES
Carlos Vergara
Corresponsal en Chile
COPIAPO, Chile.- Ya pocos hablan de que fue un accidente. Graves acusaciones sobre lo que verdaderamente ocurrió con los 33 mineros el día del derrumbe de la mina San José, reveladas en las últimas horas, cambiaron totalmente el panorama. La primera pista la dio el minero Juan Illanes, el ex soldado que estuvo meses en una trinchera durante el conflicto entre Chile y la Argentina por el canal de Beagle, quien relató en el hospital de Copiapó al diputado oficialista Carlos Vilches que el 5 de agosto, a las 11 -tres horas antes del derrumbe-, solicitaron a uno de los gerentes de la compañía San Esteban que los evacuaran de la galería en la que trabajaban por los visibles signos de que ésta colapsaría.
«[Illanes] contó que empezaron a sentir ruidos muy fuertes, que normalmente son explosiones de rocas. Avisaron y pidieron autorización para salir. Pero no fueron autorizados», dijo Vilches, y agregó que invitará a varios de los mineros a la comisión investigadora de la Cámara de Diputados a entregar su testimonio sobre las horas previas al derrumbe. «Ellos han confirmado que la mina era tremendamente peligrosa y que tenía derrumbes parciales, que eran muchas veces atendidos por los propios trabajadores. Esto refuerza el hecho de que hubo personas responsables por este accidente y que no hicieron nada para evitarlo», completó el legislador.
La información fue confirmada a LA NACION por tres de los mineros. «La mina estaba sonando y no nos dejaron salir», dijo el joven Jimmy Sánchez, mientras que Omar Reygadas, el segundo entre los mayores del grupo, reconoció también la existencia de esa llamada, la que habría sido realizada por el jefe de turno, Luis Urzúa, o el capataz, Florencio Avalos, al gerente de operaciones de la mina y encargado del personal, Carlos Pinilla.
Pinilla «sabía muy bien lo que pasaba en la mina, así que no puede negarlo. Hacía varios días que estaba crujiendo», dijo Reygadas a la prensa.
«Eso fue así y en el fondo uno seguía trabajando, incluso sabiendo que la mina era mala», afirmó el minero Víctor Segovia, que escribió un diario sobre lo que pasó durante el encierro.

¡TACHÁN! Con todos ustedes la grandiosa cápsula Fénix de la NASA
De hecho, el supuesto pacto de silencio entre los mineros tiene mucho que ver con la investigación que lleva a cabo la fiscalía local para determinar las responsabilidades de la minera San Esteban y las posibles indemnizaciones que podrían recibir los 33 trabajadores.
«No queremos que se tergiverse la historia, por eso no puedo referirme a esos primeros 17 días», declaró Yonni Barrios, que sí describió el estado anímico del grupo antes de que fueran descubiertos.
«Nos cuestionábamos siempre por qué nosotros no habíamos muerto, por qué quedamos vivos; nos resultaba cruel que quedáramos vivos ahí abajo y después tuviéramos que morir debilitados, totalmente desnutridos», indicó. «Se perdió la esperanza, los últimos días, cuando llegó la sonda ahí, todos esperaban morir», añadió el minero, que ofició de enfermero en el fondo de la mina y que fue uno de los pocos que contó algunos detalles de lo que sucedió durante el encierro.
De todos los días
El camionero Raúl Villegas, el último en salir del yacimiento el día del accidente, fue otro de los que relataron a LA NACION los problemas que había en la mina antes del derrumbe. «La caída de planchones [el techo de la mina] y la explosión de cajas [la pared del cerro] eran cosas de todos los días», dijo.
De hecho, el último accidente previo al derrumbe fue el que provocó la amputación de una pierna del trabajador Gino Cortés, precisamente por la caída de un planchón, el 3 de julio.
En ese entonces, el Servicio Nacional de Geología y Minería, encargado de tomar medidas, no clausuró la mina, tal como indicaba el reglamento.
«Es una noticia estremecedora. Si fuera verdad, es inconcebible que frente a la advertencia no se hubieran tomado medidas para evitar el accidente», dijo el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter. «Ojalá los chilenos podamos conocer todos los detalles del accidente», agregó.
«Todos estos antecedentes van a ser recopilados para determinar responsabilidades, culpabilidades y sanciones», afirmó el ministro de Minería, Laurence Golborne.
Hasta ayer, los dueños de la mina, Marcelo Kemeny y Alejandro Bohn, y los gerentes, Pedro Simunovic y Carlos Pinilla, sólo estaban acusados de lesiones gravísimas en contra del minero Cortés.
La oficina de comunicaciones que maneja los asuntos de la minera San Esteban, propietaria de la mina, señaló ayer que por el momento no tenía planes de hacer comentarios sobre las revelaciones realizadas por los mineros, que provocaron una fuerte conmoción en Chile. Sin embargo, aclararon que se estudia la posibilidad de que el estudio jurídico que la defiende lo haga más adelante.
Tampoco la exitosa operación que puso fin a los 69 días de encierro estuvo exenta de contratiempos.
Segovia reveló ayer a LA NACION que el 10 del actual, 48 horas antes del rescate final, el yacimiento comenzó a temblar, desprendiendo gran cantidad de material, tierra y rocas sobre la galería en la cual se encontraban los 33 mineros.
Por eso, los mineros solicitaron a los rescatistas de la superficie que el operativo fuera adelantado para ese mismo día.
«El 10 de octubre avisamos que la mina había empezado de nuevo a gotear y pedimos que nos sacaran de inmediato, pero nos dijeron que era imposible trabajar con la mina en movimiento. Creímos que vendría un nuevo derrumbe y que hasta ahí llegábamos», dijo Segovia.
FUENTE NOTICIA: Estrella y LA NACION